Arakán es un paraíso robado por reconquistar. Es lo que piensa la gran mayoría de la etnia budista Rakhine de este antiguo reino tropical. Situado en la Bahía de Bengala, Arakán fue independiente hasta el siglo 18. Conquistado por el Imperio birmano, y tras ello por los británicos, se ha convertido en una de las 14 divisiones de Birmania.
Arakán se situa desde hace siglos, en el cruce de mundos musulmanes y budistas.
Pero desde el periodo colonial, los británicos trastornan su frágil equilibrio étnico-religioso. Los nacionalistas birmanos acusan a los musulmanes de Arakán de trabajar cerca de los colonos británicos, de ser desleales. Asi es que por su políticas discrimanitoria para someter a las minorias etnicas, el régimen de la junta provoca mucho enfado hasta un último punto de tension. El miedo a la dominación del régimen militar birmano empujó los rakaines, enemigos históricos de el gruppo etnico bamar que gobiernan el país, hacia tendencias identitarias e independentistas. Durante años los rakaines tratan de recuperar su paraiso robado, que idealmente séria un territorio soberano y sin musulmanes. Aquellos a los que consideran como extranjeros deben irse. Y particularmente una de las minorías musulmanas, los Rohingyas. Para demostrar su carácter exógeno, los nombramos Bengalis. Rechazados por la población de Rakaín, despojados de todo derecho por el gobierno birmano que se niega a reconocerlos oficialmente, Rohingyas sufren una existencia horrible de parias.
En mi primer viaje a Rakaín en 2010, al ver los hombres y las mujeres rohingyas, a quien se prohibe la entrada al mercado de Sittwe, mi primer pensamiento fué que representaban algo sucio a ojos de los budistas. Una contaminación, asi como el sistema de las castas indias.
En 2012 y 2013, una serie de pogromos contra los musulmanes inflamaron la región. Se mataron más de 200 personas y 140 000 fueron desplazadas.
Hoy en día, en Sittwe, la capital de Rakaín, ya no se ven rostros ni siluetas musulmanas. Se quedan en margen de la Ciudad, escondidos detrás de campamentos improvisados, esperando a desaparecer.
El 4 de mayo de 2016, el Ministerio de Asuntos Exteriores, a cargo de Aung San Suu Kyi, pidió a los Estados Unidos que no se utilizara más el término Rohingya. El Premio Nobel de la Paz parece querer enterrar el problema definitivamente.
Estos fotos fueron tomadas en 2010 y en 2015.
Arakán se situa desde hace siglos, en el cruce de mundos musulmanes y budistas.
Pero desde el periodo colonial, los británicos trastornan su frágil equilibrio étnico-religioso. Los nacionalistas birmanos acusan a los musulmanes de Arakán de trabajar cerca de los colonos británicos, de ser desleales. Asi es que por su políticas discrimanitoria para someter a las minorias etnicas, el régimen de la junta provoca mucho enfado hasta un último punto de tension. El miedo a la dominación del régimen militar birmano empujó los rakaines, enemigos históricos de el gruppo etnico bamar que gobiernan el país, hacia tendencias identitarias e independentistas. Durante años los rakaines tratan de recuperar su paraiso robado, que idealmente séria un territorio soberano y sin musulmanes. Aquellos a los que consideran como extranjeros deben irse. Y particularmente una de las minorías musulmanas, los Rohingyas. Para demostrar su carácter exógeno, los nombramos Bengalis. Rechazados por la población de Rakaín, despojados de todo derecho por el gobierno birmano que se niega a reconocerlos oficialmente, Rohingyas sufren una existencia horrible de parias.
En mi primer viaje a Rakaín en 2010, al ver los hombres y las mujeres rohingyas, a quien se prohibe la entrada al mercado de Sittwe, mi primer pensamiento fué que representaban algo sucio a ojos de los budistas. Una contaminación, asi como el sistema de las castas indias.
En 2012 y 2013, una serie de pogromos contra los musulmanes inflamaron la región. Se mataron más de 200 personas y 140 000 fueron desplazadas.
Hoy en día, en Sittwe, la capital de Rakaín, ya no se ven rostros ni siluetas musulmanas. Se quedan en margen de la Ciudad, escondidos detrás de campamentos improvisados, esperando a desaparecer.
El 4 de mayo de 2016, el Ministerio de Asuntos Exteriores, a cargo de Aung San Suu Kyi, pidió a los Estados Unidos que no se utilizara más el término Rohingya. El Premio Nobel de la Paz parece querer enterrar el problema definitivamente.
Estos fotos fueron tomadas en 2010 y en 2015.